Tenía curiosidad por el “Tiempo”; cada que me encontraba rondando por el
infinito él estaba viendo hacia un planeta en específico, lo contemplaba por
horas y horas.
Tenía la
curiosidad de saber porqué siempre miraba ese lugar.
Le pregunte
a la Luna si sabía la razón para que el Tiempo pasara casi siempre observándola
e ignorara al resto del universo. Ella me dijo que ahí vivía “Madre
Naturaleza”, su eterno amor.
Desde la
creación del todo y de la nada, el Tiempo rondaba por todo el cosmos,
controlando todo a su antojo; desde el nacimiento de un planeta hasta la muerte
prematura de una galaxia entera.
Nadie sabe
en que momento el Tiempo llego a la Tierra, sólo se quedó ahí. Pasaron días, meses y años, la apariencia de ese
lugar cambio drásticamente de un lugar sombrío
a un sitio llamativo y lleno de un color verde. Había nacido ahí
un ente que se hacia llamar Madre Naturaleza y que ella fue la creadora de todo
lo que se veía ahí.
El Tiempo
admiraba cada una de sus creaciones desde las cascadas hasta los océanos, desde
las quebradas hasta las montañas.
Todo
permanecía igual. Un día apareció el hombre, la máxima creación de la
naturaleza.
No había un
solo día en que Madre Naturaleza no pasará tiempo con este, admirándolo,
cuidándolo y amándolo.
¿Y cómo no
hacerlo? Si era su hijo.
Pero el
Tiempo no entendía eso.
Comenzó a
odiar.
A
despreciar.
Y sin darse
cuenta, a matar.
Comenzó a
cortar el tiempo de vida de cada ser que fue creado en la tierra.
No existían
excepciones.
Madre
Naturaleza lloraba y desataba tormentas llenas de amargura.
No entendía que pasaba, por más que se
esforzaba en sus creaciones ellas perecían y ella no podía hacer nada más que
contemplar en silencio cada efímera vida que creaba.
Acepto el
hecho de que toda vida existen llegaría a su fin, por más que creara vidas en
masas estas no la acompañarían en la eternidad.
El Tiempo
jamás se arrepintió o eso es lo que dice. Nadie sabe lo que siente y parece que
a nadie le importa.
Los humanos
han hecho de todo para entender a la naturaleza y al tiempo, pero algo en ellos
cambio. Comenzaron a destruir a la Naturaleza de la cual surgieron y a querer
domesticar el Tiempo quien les
arrebataba todo sin dudarlo, quien sólo jugaba.
No sé si
pasaron milenios desde que escuche esa historia.
Aún veo
como el Tiempo contempla la Tierra y a la Naturaleza llorar amargamente.
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